El Bullying, la Autoestima y las ventanas rotas
La ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, ha afirmado recientemente que subir 80€ al mes el salario mínimo, mejorará la salud mental de los jóvenes. Pero no es cierto, no será eso lo que la mejore. Estaría bien que las y los políticos, como humanos que dirigen a otros humanos, supieran, como mínimo, cómo funcionamos. Y es una falta de respeto y de empatía, y un engaño mayúsculo decir a quien se siente mal o muy mal, que con 80€ todo se arreglará.
El aumento del malestar emocional, de las patologías, del Bullying o de la violencia en TODAS las edades y estratos sociales ya no es solo un problema sanitario o de salud mental, es un problema social de dimensiones pandémicas. En mi trabajo, por donde pasan cada año más de 20.000 escolares, lo vemos a diario. Y lo que mejorará el Bienestar Emocional de la población radica en otros aspectos vitales, como por ejemplo la Autoestima y la Empatía. Estaría bien que nuestros dirigentes conocieran estas competencias emocionales, e hicieran algo útil para mejorarlas en el ámbito educativo porque es posible.
Estamos viviendo una época difícil, con un mundo adverso que parece querer castigarnos sin cesar (pandemia, guerra, cambio climático, sucesivas crisis, etc), lo que ha provocado que muchas personas no se sientan bien (agotamiento, estrés, miedos, tristeza, rabia). Y cuando estás mal, tratas mal, lo que provoca más comportamientos egoístas y de ausencia de empatía, esa emoción con la que todos los humanos nacemos y necesitamos desarrollar intencionadamente mediante la educación para activar nuestra voluntad de ayuda, imprescindible para sobrevivir como especie, como animales sociales que somos.
La Autoestima, base del éxito y del bienestar de las personas, permite que tengamos una buena relación con nosotros mismos/as. Además, disminuye nuestros miedos y nuestra ansiedad porque ayuda a que no nos sintamos amenazados con tanta facilidad.
Y la baja autoestima es precisamente la raíz, el origen de buena parte de los problemas, y en especial del Bullying porque los humanos, como animales depredadores que somos, atacamos a las presas fáciles, esas que tienen algo roto por dentro.
El Síndrome de las Ventanas Rotas de Philip Zimbardo nos sirve de analogía. Este investigador hizo un experimento en 1969. Aparcó un coche en buen estado en un barrio de una ciudad de California, y nada le sucedió al vehículo. Entonces, y para demostrar su teoría, rompió una ventana del automóvil y a los diez minutos, empezaron a desvalijar el coche, que acabó destrozado en unas horas, sin ruedas y con todas las ventanas rotas.
Lo que quiso demostrar P. Zimbardo es que cuando vemos que algo está roto, dañado, estropeado o deteriorado, no nos merece respeto y sentimos que podemos, que se nos otorga el permiso para acabar de romperlo. Y eso es el Bullying. Cuando vemos una persona con baja autoestima, como si fuera el coche con la ventana rota, nos sentimos con el permiso de reírnos o aprovecharnos de ella, como si tuviera un letrero que dijera “podéis dañarme” o “no merezco ser respetado”. Pero ¿sabéis?, todos/as tenemos alguna ventana rota que tratamos de disimular o esconder, a veces desesperadamente. El hacernos los fuertes, el dañar a los otros para que se sientan peor que nosotros, forma parte también de ese ecosistema que rodea el acoso.
Educar la sana autoestima y la empatía es posible y más fácil de lo que pueda parecer. Podemos empezar por reparar nuestra ventana rota, tratándonos mejor a nosotros mismos, con más amabilidad, abrazando nuestro pasado y acariciando nuestras cicatrices sin avergonzarnos, pues ellas nos han convertido en esa persona única y especial que somos. Solo así los demás también podrán verlo y querernos bien. No olvidemos que la autenticidad no es una característica, eres tú, soy yo, somos todos.
Es un hecho empírico que la Educación Emocional Aplicada es el camino para mejorar el Bienestar Emocional de la sociedad y reducir la lacra del Bullying y de los suicidios (que han aumentado un 134% en niños/as de 10 a 14 años en el último año). Y los que supuestamente nos dirigen deberían conocerla, utilizarla y aprovecharla con rigurosidad, responsabilidad y sin demagogias o armas políticas. Se lo debemos a nuestros pequeños, a niños y niñas como Anna, Dani, Miguel, o Sara.
“Yo no soy importante, ni soy mi amiga, y no me merezco tratarme bien” Anna, 10 años
“En mi clase hay un agujero negro” Dani, 13 años
“Me han dicho tantas veces lo que hago mal, que ya no sé lo que hago bien” Miguel, 11 años
“Cuando me enfado conmigo misma voy al espejo y me insulto mirándome a los ojos” Sara, 9 años
Estas frases son cotidianas, ¿haremos algo para cambiarlas? ¿Daremos recursos a los niños/as, a los docentes y a las familias? ¿O con los 80 € es suficiente?
Cristina Gutiérrez Lestón
Educadora Emocional, escritora e investigadora en el campo de la Educación Emocional Aplicada
CEO de La Granja Ability Training Center
Premio Wegate Magna a la “Mujer emprendedora de Europa 2022” de la Comisión Económica y Social Europea