Si vuestros hijos, nietos o alumnos están en la edad de haceros esta pregunta, aquí tenéis una bonita historia para que podáis contestarles 🙂
¿LOS REYES MAGOS SON DE VERDAD?
“El padre llegó a casa, y como siempre su hija Julia lo recibió saltando de alegría. Pero aquel día, a mediados de diciembre, su mirada ya anunciaba que algo pasaba por su mente.
El padre, que se dio cuenta enseguida le preguntó:
– Julia ¿qué te pasa? – La niña lo miró muy seria y le dijo:
– Papa, si te hago una pregunta, ¿me dirás la verdad?”
Cómo os podréis imaginar, su padre ya empezó a temblar, pues su hija era especialista en preguntas difíciles.
-¿Papa, los Reyes Magos son de verdad?” – El padre de Julia se quedó mudo mientras pensaba que su muñequita era aun demasiado pequeña.-Las niñas dicen que son los padres. ¿Es verdad?
-¿Y tú hija, qué crees?”
-No lo sé papá, a veces que sí, y a veces que no. Creo que sí existen porque tú me lo dices… pero como las niñas dicen eso… – concluyó mientras su padre calló un instante y la miró con otros ojos, ya no era tan pequeña, había crecido. Y cogiendo aire contestó:
-Pues mira Julia, efectivamente son los padres los que ponen los regalos… pero…
-Entonces ¿es verdad? ¿me habéis engañado?- cortó la niña con los ojos llorosos.
-No, no, escucha Julia, nunca te hemos engañado porque Reyes Magos sí que existen -respondió el padre cogiendo en brazos a su hija.
-Entonces ¡no lo entiendo!
-Sentémonos y te explicaré toda la historia -dijo mientras se acercaban juntos al sofá.
– Cuando el niño Jesús nació, tres Reyes Magos de Oriente guiados por una gran estrella se acercaron al Portal para adorarlo. Le llevaron regalos en prueba de amor mientras el más anciano de los Reyes, Melchor dijo:
-¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! tendríamos que llevar regalos a todos los niños y niñas del mundo, ¿os imagináis cuán felices serian?
-¡Oh sí! -exclamó Gaspar- es una buena idea, pero ¿cómo vamos a llegar a los millones de niños y niñas del mundo en una sola noche?”
-Ciertamente sería fantástico -dijo Baltasar- y aunque seamos Magos, nos sería realmente difícil recorrer toda la tierra en una sola noche librando regalos. Pero ¡sería tan bonito!”
Los tres Reyes se pusieron muy tristes, pero entonces Baltasar, el Rey más positivo de todos resolvió a decir:
-“ya lo tengo!”
-Baltasar- dijo el rey Melchor- es imposible, necesitaríamos millones de pajes, casi uno por cada niño y niña. ¡No existen tantos pajes!”.
-Tienes razón Melchor -dijo Baltasar- pero ¿qué te parecería si consiguiera no uno, sino dos pajes por cada niño?”
-Sería maravilloso – añadió Gaspar – pero no sirve cualquiera, tienen que ser pajes que quieran mucho a los niños y a las niñas para no destruir la magia.
-Sí claro, eso es fundamental – afirmó Melchor- y además tendrían que conocer los deseos de los pequeños, porque es básico en un paje.
-Pues decidme, queridos compañeros míos:¿hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres?– preguntó Baltasar con la mirada triunfante.
Los tres Reyes se miraron asintiendo y comprendiendo la gran idea del rey Baltasar. Y con la magia poderosa que solo tres sabios Reyes Magos tienen dijeron:
–Ordenamos que en Navidad, conmemorando este momento, todos los padres y madres se conviertan en nuestros pajes y que, en nuestro nombre y de nuestra parte, otorguen a sus hijos e hijas los regalos que deseen. También ordeno que mientras los niños sean pequeños, la entrega de los regalos se haga cómo si lo hicieran los propios Reyes Magos. Pero cuando los niños y niñas sean lo suficientemente mayores para entenderlo, los padres deberán explicar esta historia y a partir de entonces, cada Navidad, los niños y niñas también harán regalos a sus padres en prueba de afecto y agradecimiento. ¡Y deberán recordar que gracias a tres Reyes Magos, todos son más felices!
Julia se levantó, le dio un beso a su padre y le dijo:
-Ahora sí que lo entiendo, papa, y estoy muy contenta. No sé si tendré suficiente dinero para compararos algún regalo, pero para el año que viene ya ahorraré más.
Y mientras Julia y su padre se abrazaban, desde el cielo los tres Reyes Magos contemplaban la escena treméndamente satisfechos.
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